Pasamos una cuarta parte de nuestras vidas en el trabajo. Esta contundente
realidad explica por qué en los entornos laborales se generan tantos conflictos
y tensiones. La convivencia diaria, el estrés, la insatisfacción profesional,
los enfrentamientos con compañeros y superiores, contribuyen al alarmante hecho
de que el 40% de los días laborales sean improductivos.
Existen eficaces herramientas para desdramatizar los conflictos y fomentar
las relaciones interpersonales y el entendimiento mutuo.
La musicoterapia es una técnica que consiste en el uso de la
música dentro de una organización para restaurar, potenciar u optimizar el
estado físico, emocional o social de las personas. Desde su reconocimiento como
disciplina en Estados Unidos en 1950, el estudio universitario de la
musicoterapia se ha extendido a países como Alemania, Reino Unido, Brasil,
Argentina, Chile y España.
El fundamento de la
musicoterapia es que cualquier persona, incluso sin educación musical, puede
obtener un beneficio psicológico del hecho de escuchar música (musicoterapia
pasiva) o producirla, ya sea con su voz o con un instrumento musical
(musicoterapia activa).
La aplicación de la musicoterapia en las empresas puede parecer sorprendente,
debido a la escasa tradición de incentivación y fidelización laboral. También
las tormentas de ideas, las actividades para fomentar el compañerismo o las
políticas de comunicación interna sonaban ridículas hace pocos años, y
actualmente son esenciales en cualquier estrategia seria de gestión de recursos
humanos.
Evidentemente, la musicoterapia no
es una panacea: no se puede esperar un cambio milagroso con una simple sesión.
Sin embargo, es una herramienta excelente para mejorar la comunicación
interpersonal e intergrupal, incrementar el sentido de pertenencia e
identificación con el grupo y poner de relieve las ventajas de la cooperación y
el trabajo en equipo. Y, sobre todo, para divertir: si somos capaces de generar
un ambiente distendido, crearemos una referencia de “haberlo pasado bien
juntos” que perdurará. Estos referentes son esenciales en la construcción de
las relaciones personales.
¿Cómo puede la
musicoterapia lograr estos beneficios? En general, es esencial una buena planificación de la actividad para
asegurarnos de que tendrá el suficiente atractivo para implicar a todos los
participantes. En las
empresas se dan numerosas situaciones ideales para proponer una
actividad de musicoterapia. Por ejemplo, puede servir como marco para la
presentación de nuevos miembros del equipo o la integración de grupos de
trabajo de reciente creación. Otra posibilidad es plantearla como un ejercicio
para mejorar la comunicación o elevar la autoestima colectiva.
El diseño de las
actividades de musicoterapia debe ir siempre enfocado al juego, a capturar el
interés del grupo mediante un ejercicio que les abstraiga de su realidad
cotidiana.
También es importante que la actividad tenga lugar en un entorno diferente
al de trabajo. Impactar y sorprender a los participantes impulsa a cada persona
a dar el primer paso, a abrirse y comunicarse con sus compañeros en un plano
personal y no tan sólo profesional.
A partir de aquí, el formato concreto que adopte la actividad de
musicoterapia es lo de menos: se trata de hacer algo juntos, de disfrutar o crear “música” en
equipo. Las actividades de percusión suelen ser muy populares, así como
el canto o la improvisación. En cualquier caso, lo importante es proponer una
acción en la que el aporte individual de cada persona, por modesto que sea,
enriquezca creativamente el conjunto. Al conseguir un logro común, el grupo se
transforma, aunque que sea por unos minutos, en un equipo. Es el primer paso
hacia la mejora del ambiente laboral.
Fuente: lamusicoterapia.com