jueves, 14 de julio de 2016

Neurocientistas prueban conexión entre las respuestas placenteras de la música, dopamina y ansias

Investigadores de la Universidad de Melbourne están reclutando fans de música electrónica para un estudio que explora la conexión entre ansias y el “peligroso” sonido de la música dance. 
Kiralee Musgrove, estudiante de doctorado en Neurociencia, dijo que las respuestas de placer de la música eran generadas por la misma parte primitiva del cerebro -nucleus accumbens- asociada a goces del sexo, drogas o incluso el chocolate.


En términos evolutivos, hace sentido que tendríamos una profunda respuesta placentera ante el sexo o la comida, pero no es tan obvio por qué la música también hace que nuestro corazón aumente los latidos. Musgrove dijo que “nos interesamos en el por qué no solamente oímos música, sino en por qué también la sentimos en nuestros cuerpos. La ciencia no entiende realmente cómo el cerebro hace ese salto desde escuchar a sentir”.

Mientras muchos estudios se han enfocado en las respuestas placenteras de la gente ante la música clásica, los investigadores no lo han hecho con música que es del gusto de la gente joven -una visión que Musgrove describe como “un poco tonta”. Ella señaló que su estudio mirará hacia cómo las ansias arman la escena para nuestras respuestas placenteras a la música. “Como cualquiera que ansía una barra de chocolate sabrá, la mitad del placer está en la anticipación. Creemos que las ansias preceden el placer”.

La música electrónica típicamente se viste de un crecimiento, o un crescendo, antes de una “caída” o resolución, cuando el bajo y la melodía vuelven. "En los clubes nocturnos, los bailarines realmente se excitan mientras todo va construyéndose hacia la “caída” -ellos experimentan niveles altísimos de ansias, manejados por la percepción del riesgo”, explicó Musgrove.

"Es ese momento cuando el bajo está por caer cuando algunas reacciones asombrosas suceden dentro del cerebro”. También dijo que los descubrimientos podrían arrojar más luz en el potencial de la terapia musical para tratar desórdenes alimenticios, autoagresión y abuso de sustancias.



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