Investigadores
de la Universidad de Melbourne están reclutando fans de música electrónica para
un estudio que explora la conexión entre ansias y el “peligroso” sonido de la
música dance.
Kiralee
Musgrove, estudiante de doctorado en Neurociencia, dijo que las respuestas de
placer de la música eran generadas por la misma parte primitiva del cerebro
-nucleus accumbens- asociada a goces del sexo, drogas o incluso el chocolate.
En
términos evolutivos, hace sentido que tendríamos una profunda respuesta
placentera ante el sexo o la comida, pero no es tan obvio por qué la música
también hace que nuestro corazón aumente los latidos. Musgrove dijo que “nos
interesamos en el por qué no solamente oímos música, sino en por qué también la
sentimos en nuestros cuerpos. La ciencia no entiende realmente cómo el cerebro
hace ese salto desde escuchar a sentir”.
Mientras
muchos estudios se han enfocado en las respuestas placenteras de la gente ante
la música clásica, los investigadores no lo han hecho con música que es del gusto
de la gente joven -una visión que Musgrove describe como “un poco tonta”. Ella
señaló que su estudio mirará hacia cómo las ansias arman la escena para
nuestras respuestas placenteras a la música. “Como cualquiera que ansía una
barra de chocolate sabrá, la mitad del placer está en la anticipación. Creemos
que las ansias preceden el placer”.
La
música electrónica típicamente se viste de un crecimiento, o un crescendo,
antes de una “caída” o resolución, cuando el bajo y la melodía vuelven. "En
los clubes nocturnos, los bailarines realmente se excitan mientras todo va
construyéndose hacia la “caída” -ellos experimentan niveles altísimos de
ansias, manejados por la percepción del riesgo”, explicó Musgrove.
"Es
ese momento cuando el bajo está por caer cuando algunas reacciones asombrosas
suceden dentro del cerebro”. También dijo que los descubrimientos podrían
arrojar más luz en el potencial de la terapia musical para tratar desórdenes
alimenticios, autoagresión y abuso de sustancias.